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Las algas no son plantas


Aunque muchas tengan clorofila y lo parezcan, las algas no son plantas


A pesar de que se consideraron como tales antiguamente, hace ya mucho tiempo que no están incluidas en el reino vegetal


¿Qué son, entonces?




El reino de las plantas

El reino Plantae está formado por todos aquellos seres vivos terrestres, fotosintéticos y que están formados por células que están recubiertas por una pared celular formada esencialmente por celulosa.

Además, no tienen capacidad para desplazarse de forma autónoma y su nutrición es autótrofa, es decir, fabrican la materia orgánica que necesitan a partir del CO2 que toman de la atmósfera y del agua y las sales minerales que absorben del suelo (o del sustrato en que se encuentren), gracias a la energía que captan del sol y mediante un proceso denominado Fotosíntesis, que se lleva a cabo en el interior de unos orgánulos celulares llamados cloroplastos, en los cuales existe una molécula, la Clorofila, de color verde, que es responsable de la captación de la luz.

En este reino se incluyen las Briofitas (musgos y otras), las Pteridofitas (helechos y otras) y las Fanerógamas o plantas con flores, que se dividen en dos grandes grupos, las Gimnospermas (pinos, abetos, cipreses, etc.) y las Angiospermas (que constituyen el 90% de todas las plantas actuales, desde los tréboles, orquídeas o el trigo, hasta los robles, sauces o frutales).



¿Qué es un alga?

Las algas son seres muy semejantes a las plantas en algunos aspectos. Así, la gran mayoría son organismos fotosintéticos, inmóviles y con un aspecto de plantas.

Sin embargo, sus células no forman tejidos, ni siquiera primitivos y no están rodeadas de pared de celulosa. Además, en su reproducción sexual nunca se forma un embrión, sino que tras la unión de los gametos masculino y femenino, el cigoto resultante comienza a dividirse y ya se considera una nueva alga desde el inicio, pues no hay ninguna diferencia con el individuo "adulto".

Tomado de "biologyeducare.com"
Además, son organismos siempre acuáticos y existen numerosos grupos de tamaño microscópicos, unicelulares o formados por pequeños grupos de células.

Todo esto indica que son seres vivos muy próximos a las plantas, pero más primitivos, por lo que evolutivamente se consideran los antecesores de ellas. Es decir, algunos tipos de algas fueron capaces de colonizar la tierra y a partir de ellas se desarrollaron las plantas.
Por esto, algunos científicos aún sitúan algunos tipos de algas, como las algas verdes, dentro del reino de las plantas, aunque como un grupo aparte, diferenciado del resto.

Sin embargo, creo que las características generales más importantes nos permiten separarlas de las plantas, a pesar de que evolutivamente se encuentran muy próximas, ya que en algún punto hay que establecer una barrera que separe unos reinos de otros.


¿A qué reino pertenecen las algas?

Entonces, si no son plantas, ¿qué son?.

Desde que se separaron del reino las plantas, las algas fueron incluidas en un nuevo gran conjunto de seres vivos, el reino Protoctista (inicialmente llamado Protista).

Este reino es muy heterogéneo, pues comprende seres vivos que son muy diferentes entre sí, como pueden serlo las amebas, las algas o los hongos mucosos.

¿Por qué se agruparon, entonces?.

Sencillamente, para no complicar demasiado la clasificación de los seres vivos en Reinos, pues a medida que se profundizaba en el estudio de los diferentes seres vivientes del planeta, se comprobaba que era imposible mantener los dos grandes reinos en que se habían agrupado desde los tiempos antiguos, animales y vegetales.
Primero se observó que los hongos eran muy distintos tanto de los animales como de las plantas, por lo que se creó el Reino Fungi para incluirlos.
También era evidente que los organismos microscópicos unicelulares procariotas (células primitivas, sin verdadero núcleo y sin apenas orgánulos) eran un grupo aparte y se ideó otro gran grupo para ellos, el Reino Monera.
Finalmente, todo el resto de organismos, que no cuadraban en ninguno de los 4 reinos anteriores, se decidió que formaran otro nuevo reino, el de los Protoctistas.

Así, de momento, todos los seres vivos han quedado divididos en sólo 5 grandes grupos y los protoctistas sería el que recoge todas las "sobras" de los demás.

Esto no quiere decir que no tengan ciertas características que permitan agruparlos, como el que están formados todos por células eucariotas y son más o menos claramente diferentes a hongos, plantas y animales.
Además, son todos acuáticos y los que son pluricelulares, aunque sean de gran tamaño, nunca forman tejidos ni embriones.
Los microscópicos son los principales componentes del Plancton, la base alimenticia de gran cantidad de organismos acuáticos.

Sin embargo, entre ellos hay individuos unicelulares y pluricelulares, autótrofos y heterótrofos, etc.. Es decir, que hay una gran variabilidad, y por eso existen varios grupos claramente diferenciados entre sí, aunque sólo destacaremos los dos principales, que agrupan a la gran mayoría de los Protoctistas:


  • Protozoos: organismos microscópicos, unicelulares, acuáticos y de nutrición heterótrofa, bien por capturar la materia orgánica del medio o por ser parásitos (muchas de las enfermedades llamadas "tropicales", transmitidas por moscas o mosquitos son producidas por protozoos, como la malaria o la disentería).

  • Algas: aunque son acuáticas, difieren en el resto de caracteres de los protozoos, pues las hay tanto microscópicas como pluricelulares y son autótrofas (realizan la fotosíntesis)


¿Qué tipos de algas hay?

Ante todo, es conveniente resaltar que, principalmente las microscópicas, forman el Fitoplancton, alimento de numerosos organismos acuáticos y responsable de probablemente la mitad de la actividad fotosintética del planeta (con lo que la mitad del Oxígeno que se libera a la atmósfera procede de la actividad de las algas).

Aunque no existe un grupo taxonómico que se denomine "Algas", sino que solamente hay una serie de "Filos" (categoría inmediatamente por debajo del Reino), se sigue utilizando este término por estar ampliamente difundido y resultar más fácil a la hora de clasificarlos.
Igualmente, para facilitar aún más su comprensión, se suelen agrupar los filos que entrarían dentro de lo que llamamos algas, en otros dos conjuntos, fáciles de diferenciar: unicelulares y pluricelulares.

Así, nos quedaría la siguiente clasificación:


A) Algas unicelulares
Marea roja de pirrofitas
("algas.pro")

  • Algas de fuego (Pirrofitas o Dinoflagelados): son unicelulares o forman colonias. Algunas son bioluminiscentes y pueden teñir de rojo las aguas cuando son muy abundantes. Muchas producen sustancias tóxicas, muy peligrosas para animales marinos y los humanos que los consumen.

  • Algas doradas (Crisofitas): También son unicelulares y coloniales. La mayoría tienen pigmentos amarillo-dorados, de ahí su nombre. Existe un grupo, las diatomeas, con caparazón silíceo.

  • Euglenofitas: con flagelos y abundantes cloroplastos, por lo que realizan una importante función fotosintética.

  • Algas verde-amarillentas (Xantofitas): con pigmento amarillo, además de la clorofila. Más frecuentes en aguas dulces, formando colonias.

Crisofitas ("bio.miami.edu")

Euglenofitas ("bio.miami.edu")
Xantofitas




B) Algas pluricelulares

  • Algas verdes (Clorofitas): aunque existen algunas unicelulares, la mayoría forman colonias o son pluricelulares y alcanzan tamaños que las hacen parecer plantas, ya que apenas contienen otros pigmentos aparte de la clorofila, lo que les otorga un color verde característico.

    Lechuga de mar
    (Smithsonian Tropical Research Institute)
  • Algas pardas (Feofitas): contienen un pigmento que, junto a la clorofila, les da un color pardo o pardo oliváceo. Suelen ser agrupaciones de muchos millones de células, que alcanzan grandes tamaños, como ocurre con los sargazos. Este tamaño hace necesaria la presencia de bolsas de aire para permitir la flotación.

    Sargazo
    (Foto: Liz Yongue)
  • Algas rojas (Rodofitas): la abundancia de pigmento rojo les proporciona ese color característico, algo por lo que son muy utilizadas industrialmente. Se encuentran preferentemente en zonas tropicales y sobre todo en los arrecifes de coral.



Rodofita
(Foto: Peter Southwood)

¿Todas las plantas tienen flores?


La mayoría de las plantas actuales tienen flores, pero no todas


¿Qué es una flor?


¿Para qué sirven las flores?




Plantas con flores y sin flores

Una forma tradicional de clasificar las plantas ha sido la de diferenciar entre las que producen flores para reproducirse (Plantas Criptógamas) y las que no lo hacen (Plantas Fanerógamas) y, por tanto, disponen de otros mecanismos reproductores.

La inmensa mayoría de las plantas producen flores, aunque en muchos casos no lo parezca, bien porque son muy pequeñas, por no haberlas visto nunca (algunas sólo florecen cada varios años y otras una sola vez en su vida... si se dan las condiciones adecuadas) o porque no somos capaces de identificar ciertas estructura como flores.
Hay flores típicas, grandes, pequeñas, extrañas, minúsculas, de hermosos colores o que no destacan del resto de la planta... hay, en fin, una multitud de formas, tamaños y aspectos, aunque habitualmente sólo nos fijamos en las que tienen un notable tamaño o vistosos colores.

Las plantas sin flores están representadas actualmente por dos grupos:
Musgo

  • Las Briofitas (musgos y otras): plantas muy primitivas, pues no tienen tejidos bien organizados ni siquiera vasos conductores para la savia. Son de muy pequeño tamaño y se desarrollan sobre rocas, cortezas de árboles, etc., siempre en zonas húmedas y sombreadas, donde forman masas más o menos amplias que tapizan la superficie, pero sin elevarse más de muy pocos centímetros.

    Helechos actuales
  • Los Pteridofitas (helechos, colas de caballo y otras): más evolucionadas, de mayor tamaño y con tejidos que forman vasos conductores. También se desarrollan en ambientes húmedos y preferentemente no muy expuestos al sol.

Las Briofitas son las plantas más primitivas, es decir, las primeras que aparecieron en la Tierra, cosa que se supone ocurrió en el periodo Ordovícico (Era Primaria), hace unos 450 millones de años.

La diversificación de éstas dio lugar a numerosos grupos y miles de especies, que evolucionaron hasta dar lugar a las primeras pteridofitas, que se cree ocurrió en el siguiente periodo geológico, el Devónico, hace unos 400 millones de años.

Estas plantas tuvieron un gran éxito evolutivo, de modo que colonizaron buena parte de la Tierra, apareciendo especies de gran tamaño (los "helechos arborescentes"), que formaron grandes bosques y llegaron a ser muy abundantes, especialmente en las zonas con clima tropical y subtropical.
Siguieron siendo muy abundantes en la era secundaria, de modo que cuando se representan imágenes de dinosaurios en su hábitat, siempre aparecen rodeados de grandes helechos.

Las Fanerógamas se dividen en dos grandes grupos bien diferenciados:

  • Las Gimnospermas, que poseen flores muy primitivas, como se verá a continuación, y que ya coexistían con los helechos y musgos en la era Primaria, formando bosques tan inmensos que el periodo Carbonífero, se denomina así porque fue entonces, hace entre 350 y 290 millones de años, cuando se inició la formación de la mayor parte del carbón existente actualmente, casi todo procedente de la acumulación de restos de Pteridofitas y Gimnospermas, que se fueron hundiendo a gran profundidad y sufrieron unos procesos de degradación especiales hasta formar los distintos tipos de carbón.

  • Las Angiospermas se consideran como las plantas con "verdaderas" flores, ya que éstas responden al patrón típico que todos reconocemos en una flor. Aparecieron en la Tierra hace unos 140 millones de años, a finales de la era Secundaria, en el periodo Cretácico, inicialmente en los trópicos y rápidamente fueron colonizando el planeta, convirtiéndose en dominantes y sustituyendo a las anteriores, con menor capacidad de adaptación. Así, hoy día, las Angiospermas constituyen el 90% de todas las plantas existentes en la Tierra.



¿Qué es una flor?

La forma más sencilla de definir la flor es como el aparato reproductor (sexual) de las plantas más evolucionadas, es decir, las Fanerógamas.

Agave americana o pita
(Tomado de "todo-ficus.net")
Esta estructura es producida por lo general una vez al año, a veces dos. Pero existen plantas que sólo forman sus flores una única vez en su vida, como es el caso de la "pita o ágave americana" (Agave americana), procedente de México y abundante en España, que tras unos 20-30 años de vida y habiendo alcanzado los 20 metros de altura, produce una enorme flor y a continuación, muere.

En algunas especies, distintos ejemplares producen flores sólo con un aparato reproductor, masculino (plantas macho) o femenino (plantas hembra). Son las denominadas plantas dioicas (ej.: kiwi, ortigas, cannabis, pistacho o aguacate).
Pero la mayoría son monoicas o hermafroditas, es decir, todas las flores contienen ambos aparatos.

La parte masculina de la flor (o las flores masculinas en las plantas dioicas) se encarga de producir los granos de polen, es decir, los gametos masculinos, que serían el equivalente a los espermatozoides de los animales, aunque sin movilidad, por lo que deben ser transportados por el viento, animales u otros medios.

La parte femenina produce óvulos, que permanecen en ella a la espera de ser fecundados por los granos de polen para formar a continuación una semilla.

Como veremos a continuación, las flores de los dos grandes grupos de fanerógamas son muy diferentes.

A pesar de que la mayoría de las plantas poseen flores hermafroditas, por lo general no se fecundan a sí mismas, sino que buscan la forma de que sus granos de polen fertilicen los óvulos de otra planta, y a la inversa. Esto lo consiguen haciendo que los granos de polen y los óvulos no maduren al mismo tiempo, de modo que cuando una planta libera su polen, los óvulos aún no están maduros, por lo que muy raramente se producirá una autofecundación, algo que sólo es útil en situaciones extremas (como se explicará en un futuro artículo).



Los dos grupos de plantas con flores

Como ya he indicado antes, existen dos grandes grupos dentro de las fanerógamas, que se diferencian básicamente por la estructura de sus semillas y que también cuentan con flores muy diferentes.

Las Gimnospermas
Como su nombre indica (procedente de los términos griegos "gimnos", desnudo y "sperma", semilla), su característica diferencial es que producen semillas desnudas, es decir, no recubiertas por un fruto.

Si bien en las eras primaria y secundaria fueron, junto a los grandes helechos, las plantas dominantes, que formaron los inmensos bosques que dieron lugar al carbón que se extrae actualmente, hoy día son relativamente poco abundantes (aunque aún existen grandes bosques de algunas especies), ya que las Angiospermas se han adueñado de la mayoría de hábitats de la Tierra.
Así, actualmente existen 15 familias de Gimnospermas, que agrupan un total de unas 800 especies, en contraposición a las más de 400 familias y 260000 especies de Angiospermas.

El grupo principal existente es el de las Coníferas (pinos, cedros, abetos, cipreses, tejos, enebros, araucarias, etc.) y aún perviven algunas especies de otros grupos, como el Ginkgo biloba, las Cicas o las Secuoyas.

Tradicionalmente se había considerado a estas plantas como sin flores, aunque con semillas. Pero hoy día se tiende a admitir que si forman semillas es porque tienen flores. Lo que ocurre es que estas flores son muy sencillas, hasta el punto que no solemos reconocerlas como tales, ya que la imagen que todos tenemos de una flor es la que corresponde a las de las Angiospermas.

Las Angiospermas
Cuando se habla de una flor típica, todo el mundo piensa en una flor de Angiosperma, es decir, una estructura generalmente llamativa, claramente diferenciada del resto de la planta y con frecuencia con pétalos coloridos, así como estambres y pistilo.

La característica esencial de este grupo, sin embargo, atiende al mismo criterio que en el caso anterior, es decir a la semilla, que está incluida dentro de un ovario (de ahí su nombre, procedente de los términos griegos "angeion", recipiente y "sperma", semilla), es decir, que no está "desnuda" como en las Gimnospermas.

Una vez que el óvulo es fecundado y se forma la semilla, alrededor de ella las paredes del ovario se desarrollan para formar una estructura protectora, llamada "fruto", que puede ser de muy diferentes formas, aspectos, tamaños y texturas (así, son frutos desde los guisantes a las pipas de girasol o desde los granos de trigo a las naranjas), a veces difícilmente identificables como tales, ya que también tenemos una idea formada de lo que es un fruto y que relacionamos casi siempre con las "frutas".

Como ya se ha dicho, ya a finales de la era secundaria se diversificaron a gran velocidad y en poco tiempo se convirtieron en el grupo de plantas dominante en el planeta, hasta representar el 90% de todas las plantas existentes.


Cono femenino de tejo (Taxus baccata)

La flor de las Gimnospermas

Estas flores son unisexuales, es decir, hay flores masculinas y flores femeninas. En ambos casos se dice que tienen forma de cono (de ahí el nombre de Coníferas).

Los conos femeninos pueden ser carnosos, como el de los tejos, o leñosos, en cuyo caso se llaman "piñas". En su interior se encuentran los óvulos, que una vez fecundados forman la semilla. Sirva como ejemplo las conocidas piñas de los pinos, que una vez maduras descubren en su interior los piñones, que son las semillas.

Flor masculina de pino
Aunque da la impresión de que estas semillas no están precisamente desnudas, ya que se encuentran en el interior de la piña y además, el piñón está recubierto por una cáscara resistente, en la piña no se encuentran en receptáculos cerrados, ya que las escamas se abren a medida que maduran. Y la cáscara del piñón es una membrana protectora, aunque resistente.
Se dice que una semilla está desnuda cuando no se encuentra dentro de un ovario cerrado, cuyas paredes darán lugar a un fruto.
En resumen, las Gimnospermas tienen semillas pero no frutos.

Los conos masculinos son pequeños y no son más que una serie de bolsas de polen.



La flor de las Angiospermas

Flor de una gramínea (Briza)
Hay infinidad de tipos de flores dentro de este grupo, muchas muy diferentes a la de la imagen típica de una flor que todos mantenemos en la memoria.
En la mayoría de los casos, son las estructuras que rodean o soportan a los genitales las responsables de la gran variedad de formas y colores.
Estas estructuras reciben el nombre de Perianto, que está formado por el cáliz, conjunto de hojas modificadas, casi siempre verdes, que suelen formar una base sobre la que se asienta el resto de la flor, llamadas sépalos, y la corola, constituida por un número muy variable de hojas muy especiales, generalmente coloreadas, llamadas pétalos.

El aparato reproductor masculino, o Androceo, está formado por los estambres, que constan de un filamento al final del cual aparece una bolsita llena de polen, la antera.
El grano de polen es el gameto masculino, es decir, el equivalente a los espermatozoides de los animales, aunque no es móvil y debe ser transportado por el viento, agua o animales hasta otras flores.
Una sola flor suele fabricar muchos miles de granos de polen, incluso hasta más de un millón, por lo que es fácil imaginar la cantidad de polen que puede liberar una planta con 50, 100 ó más flores.
Es por eso que al agitar el viento las flores observamos un denso polvillo amarillo, que no es más que millones de granos de polen liberados.

Esquema de una flor típica (tomado de "wikieducator.org")
El aparato reproductor femenino, o Gineceo, es el comúnmente llamado pistilo, que suele tener una forma de botella de cuello largo (estilo), cuya boca (estigma) está impregnada de sustancias pegajosas para atrapar el polen y que en su base ensanchada contiene el ovario, en el cual hay desde una hasta muchas cavidades, en cada una de las cuales hay un óvulo.


Cuando un óvulo es fecundado por un grano de polen, acaba formando una semilla, que es una estructura que contiene el embrión, además de elementos protectores y una reserva de nutrientes para proporcionar la energía necesaria hasta que se desarrollen raíces y hojas en la nueva planta.



La neuroglía: no todo son neuronas



El sistema nervioso no sólo son neuronas


Las neuronas necesitan asistencia de otras células


El conjunto de éstas se denomina Neuroglía





Las células del Sistema Nervioso

Es conocido que el sistema nervioso está constituido por neuronas, pero es un error común pensar que sólo estas células se encuentran en el mismo.
De hecho, hay otras células, de varios tipos, que son unas 10 veces más abundantes y que desempeñan diversas funciones esenciales para el mantenimiento y correcto funcionamiento de todo el sistema (aunque existen diversas teorías sobre su posible intervención en procesos neurológicos complejos).

El término "Neuroglía" fue ideado por el eminente histólogo alemán Rudolph Wirchow (uno de los creadores de la Teoría Celular), para referirse a toda la sustancia del sistema nervioso en la cual se encontraban inmersas las neuronas (es decir, todas las estructuras y células no nerviosas del sistema nervioso).

Gracias a las técnicas de tinción con sales de oro y plata, muy perfeccionadas por Ramón y Cajal, estas células pudieron ser vistas con detalle al microscopio y así, uno de sus discípulos, Pío del Río Hortega llegó a identificar numerosas células de la glía, estableciendo que podían clasificarse en tres tipos: Astrocitos, Oligodendrocitos y Microgliocitos. Esta clasificación se mantiene hoy día a grandes rasgos, con ligeras modificaciones.

En consecuencia, podemos dejar claro que el sistema nervioso está constituido por dos grandes conjuntos de células: la neuronas (de las que hay multitud de tipos) y las células de la neuroglía.
Las neuronas son las que se encargan de la transmisión del impulso nervioso y las células neurogliales desempeñan misiones de protección, sostén, nutrición, defensa y ayuda a la transmisión del impulso.



Tipos de células gliales

Como ya se ha anticipado, las células de la neuroglía se clasifican en los tres grandes grupos citados.
Cada uno de estos tipos de células tienen un aspecto particular y desarrolla una función muy específica dentro del sistema nervioso.
Describamos de forma sencilla cada una de ellas:
Esquema de los tipos de células gliales
("researchgate.net")

Astrocitos

Fueron observados, dibujados y descritos por S. Ramón y Cajal. Comprobó que no eran neuronas y se encontraban muy cerca de ellas. Como se ve en los dibujos que realizó, tienen una característica forma estrellada, de la que surgió su nombre (de "aster", estrella, y "citos", célula").

Son las células gliales más abundantes y se encuentran principalmente el el sistema nervioso central (SNC) y la médula espinal.

Se distinguen dos tipos:
Tipos de astrocitos
según Del Río Hortega
  • Astrocitos protoplasmáticos: con numerosas prolongaciones gruesas y ramificadas (izquierda de la imagen). Se encuentran principalmente en la sustancia gris.
  • Astrocitos fibrosos: como se aprecia en dibujo de la derecha de la imagen, presentan menos prolongaciones, que además son más finas y menos ramificadas que las de los anteriores. Se localizan en la sustancia blanca.
Se han identificado astrocitos de un aspecto mixto entre ambos, que algunos califican como un tercer tipo y que se encuentran en los límites entre la sustancia gris y la blanca.



Sucesivos estudios sobre estas células han ido desvelando que desempeñan diversas funciones fundamentales en el SN.
Inicialmente se comprobó que casi siempre se encuentran muy unidos a los vasos sanguíneos, a veces por el cuerpo y generalmente a través de las prolongaciones, que tienen unas terminaciones ensanchadas que se unen estrechamente a la pared externa de las arterias y que se denominan "pie chupador de Achúcarro", en honor a su descubridor, Nicolás Achúcarro, otro de los discípulos de Cajal y la brillante Escuela Española de Histología.
Esta estructura permite absorber los nutrientes de la sangre de una forma selectiva y trasladarlos a las neuronas. Se puede decir que las células nerviosas están tal altamente especializadas en su función que necesitan de éstas para que seleccionen los nutrientes y los pongan a su disposición.
Por tanto, no sólo se trata de una función nutricional, sino también de barrera de selección, que sólo permite que entren en el tejido nervioso determinadas sustancias de la sangre. A esto se le denomina Barrera Hematoencefálica (BHE), que sería todo el conjunto de los astrocitos encargados de filtrar lo que puede pasar de la sangre al tejido y lo que no.















Astrocitos envolviendo con sus prolongaciones a las neuronas y conectando con los vasos sanguíneos (dibujos de S. Ramón y Cajal, propiedad del "Instituto Cajal")


Además de esta función esencial, se ha comprobado que los astrocitos también se encargan de reparar el tejido dañado, destruyendo los restos muertos y reproduciéndose en grandes cantidades para cerrar la herida, evitar provisionalmente la pérdida de sangre y rellenar el espacio dañado. Se cree que también producen sustancias que favorecen la regeneración de las neuronas en estas zonas dañadas.

También desempeñan una importante función de soporte de las neuronas, ya que se encuentran muy próximas a ellas y son muy abundantes, dando consistencia a un tejido que de por sí es especialmente blando.
Esto, al mismo tiempo, sirve igualmente como una especie de aislamiento para las neuronas y las conexiones entre ellas, asegurando que los neurotransmisores no se dispersen fuera de la zona en la que deben actuar.

Aún se siguen proponiendo nuevas funciones que podrían desempeñar estas células gliales y que se encuentran en estudio.




Microgliocitos

Las células de la microglía se caracterizan, como su nombre indica, por ser de muy pequeño tamaño.
También presentan algunas prolongaciones y representan, en condiciones normales, alrededor del 5% del total de las células de la glía.

Células de la microglía (muy pequeñas y
coloreadas de negro) rodeando a las
neuronas
(dibujo de S. Ramón y Cajal, propiedad
del Instituto Cajal)
Constituyen un sistema de defensa propio del SN, muy adecuado para realizar una respuesta inmediata ante cualquier tipo de infección del tejido. Esta función la llevan a cabo gracias a que su pequeño tamaño les permite una gran movilidad y la capacidad de introducirse por todos los resquicios del tejido nervio y llegar a cualquier punto dañado
Además, en el momento en que se detecta una alarma, proliferan rápidamente, hasta llegar a una proporción del 20% del total de células gliales.

Su intervención consiste en la fagocitosis (introducir partículas extrañas en su citoplasma y digerirlas) de bacterias, virus y cualquier resto de tejido dañado que pueda resultar tóxico. Es decir, actúan del mismo modo que los macrófagos de la sangre, células especializadas en la fagocitosis de todo tipo de partículas extrañas y que se concentran en las heridas o cualquier otra zona en la que se puedan introducir elementos tóxicos para el organismo.

Además de su rápida reacción, su proliferación y la fagocitosis, producen sustancias antiinflamatorias y también productos denominados "neurotróficos", que estimulan la regeneración del tejido dañado.


Oligodendrocitos

Son células de menor tamaño que los astrocitos y también menos abundantes, aunque desempeñan funciones igualmente esenciales.

Oligodendrocitos
según Del Río Hortega
Aunque se han diferenciado tres tipos, básicamente se trata de células con una serie de prolongaciones que se extienden y envuelven los axones de las neuronas (prolongaciones de éstas, largas no ramificadas y por las que sale el impulso nervioso hacia otras células).

Fue Pío del Río Hortega el que descubrió la presencia de estas prolongaciones características en estas células (ver dibujo), que les permiten "abrazar" los axones neuronales para protegerlos.

Esta envoltura que forman se denomina "Vaina de Mielina", ya que en estos brazos esta sustancia (un lípido complejo que contiene ciertas proteínas y también algún glúcido) es especialmente abundante.

Los brazos de numerosos oligodendrocitos envuelven tramos de un axon, dando lugar a una especie de membrana discontinua.
Esta membrana es algo similar (aunque mucho más perfecto) a la envoltura plástica de un cable eléctrico, de forma que además de proteger la delicada prolongación neuronal, sirve de aislante eléctrico y facilita y acelera la transmisión del impulso nervioso.

Oligodendrocitos y vaina de mielina
("wikipedia.org")
Estas células gliales se encuentran solamente en el SNC, aunque los axones del SNP (periférico) también cuentan con su vaina de mielina.
Pero esta vaina está formada por otro tipo de células, las denominadas "Células de Schwann", en honor a su descubridor, Theodor Schwann (otro de los científicos responsables de la importantísima "Teoría Celular, junto a Schleiden y Virchow).

A diferencia de los oligodendrocitos, las células de Schwann carecen de prolongaciones y es el cuerpo celular en su totalidad el que elvuelve una zona del axón de una neurona.
Esto es posible gracias a que son células planas, con sólo un ligero abultamiento donde se encuentra el núcleo, de modo que son una especie de lámina que se enrolla dando varias vueltas alrededor del axón.
De este modo, las prolongaciones nerviosos, más expuestas por encontrarse fuera del SNC, cuentan con una protección más gruesa, aunque muy similar en su composición (mielina) y en su estructura, ya que igualmente forman envolturas discontinuas (los espacios que quedan entre envoltura y envoltura, tanto en este caso como en el de los oligodendrocitos, se denominan "Nodos de Ranvier").

La principal diferencia entre estos dos tipos de células protectoras de las fibras nerviosas estriba en que mientras un oligodendrocito puede rodear con sus múltiples prolongaciones a gran cantidad de segmentos de un mismo axon, o de varios, cada célula de Schwann solamente envuelve un fragmento de un único axón. Esto se justifica, como se acaba de decir, por la mayor necesidad de protección de las estructuras nerviosas que se encuentran fuera del SNC (que ya cuenta con sendos recubrimientos óseos, el cráneo y la columna vertebral).


Células de Schwann y vaina de mielina
("socratic.org")




¿Por qué toda la vida se basa en el Carbono?



El Carbono es el componente fundamental de las moléculas orgánicas


¿Es puro azar o existe una razón?




Los bioelementos

Los seres vivos están constituidos, a su nivel más elemental, por elementos químicos.
Todos los elementos que forman parte de los seres vivos se denominan Bioelementos.
De los 118 elementos químicos de la tabla periódica, hay unos 70 que se encuentran en los seres vivos (25 realmente importantes, unos cuantos dudosos y de otros sólo se han encontrado trazas).

Estos se combinan para formar moléculas (aunque algunos también se encuentran sin combinar, en forma de iones cargados eléctricamente), desde las más simples como el agua (H2O) hasta otras extremadamente complejas, como las proteínas o el ADN.
Las moléculas se agrupan para formar estructuras más complejas y éstas acaban dando lugar a las células, que forman a los tejidos y estos, los órganos, que se organizan en aparatos.

Entre todos estos bioelementos, hay 4 esenciales por su abundancia, ya que ellos sólos constituyen aproximadamente el 96% del peso de cualquier ser vivo. Por ello reciben el nombre de Bioelementos primarios y son: Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno (C, H, O, N). Algunas clasificaciones incluyen en este grupo al Fósforo (P) y Azufre (S), aunque es una cuestión de criterios y no tiene mayor importancia.
(elaboración propia)

De acuerdo a este porcentaje, el que más representación tiene en el peso de la materia viva es el O, con un 65% del total (es decir, en un individuo de 100 kg de peso, 65 de esos kgs corresponden a O), como se puede observar en la tabla.

Sin embargo, si tenemos en cuenta el número total de átomos de cada uno de ellos, el más abundante es el H, con un 63% del total. Es decir, de cada 100 átomos que componen un ser vivo, 63 de ellos son H (algo lógico si pensamos que es el elemento más abundante en el universo), mientras unos 25 son O.
El hecho de que el H sólo represente el 10% del peso siendo con creces el más abundante es debido a su pequeña masa atómica (1), muy inferior a la del O (16), de manera que un sólo átomo de O pesa tanto como 16 de H.
Si multiplicamos estos pesos atómicos por la abundancia de cada uno, nos da un total de 63 (63x1) para el H y 408 (25,5x16) para el O. Esto indica que el total del O existente en un ser vivo es aproximadamente 6,5 veces más pesado que el total del H, como se corrobora en los porcentajes respecto al peso (65 frente a 10).

El resto de bioelementos se agrupan, según también su relevancia en el peso de los seres vivos, en otros dos tipos, los Bioelementos Secundarios (Ca, P, S, Na, K, Cl y Mg) y los Oligoelementos (Fe, Mn, Co, Cu, F, etc.). Para más información, consultar el artículo "¿De qué estamos hechos?".



El Carbono y las biomoléculas

En los seres vivos el agua es mayoritaria, ocupando del orden de un 70% en peso de todo organismo (aunque varía entre el 50 y el 98%).
Aparte del agua y una pequeña cantidad de sales minerales, en forma de iones disueltos (Na, K, Ca...) o precipitadas (como los carbonatos o fosfatos de calcio de los huesos, por ejemplo), que no suponen más del 1% de total, el resto de un organismo está formado por las denominada Biomoléculas orgánicas (en contraposición a las inorgánicas, agua y sales minerales).

Hay 4 tipos de biomoléculas orgánicas: glúcidos, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos.
Si nos fijamos en la composición, todas ellas estás constituidas por C, H y O. Sólo en algunos casos especiales, hay glúcidos que contienen algún átomo diferente y lípidos con N o P, mientras que las proteínas contienen, además de C, H y O, N y S. Y los ácidos nucleicos, C, H, O, N y P.

Un detalle fundamental de estas moléculas es que es el C el elemento clave en ellas, ya que su estructura está formada básicamente por una especie de "esqueleto de átomos de C" unidos entre sí y a los que también se unen los demás elementos, dando lugar a moléculas que pueden llegar a ser enormemente grandes y complejas.
Esto se aprecia con claridad en los siguientes ejemplos, en los que se muestra la estructura química de la glucosa (imagen tomada de "montessorimuddle.org") y de una grasa (imagen propiedad de Harrigan, G., Maguire, G., and Boros, L.). En ambas se puede ver que un conjunto de átomos de C forman la estructura básica de la molécula y a ellos se unen otros de H y O.


Podríamos afirmar, por tanto que las biomoléculas orgánicas están constituidas por un "esqueleto de átomos de C", que es la base de su estructura.
Esto convierte al C en el elemento fundamental de los seres vivos, que es la piedra angular sobre la que se han construido las moléculas que caracterizan a la materia viva.
De hecho, se llaman moléculas orgánicas a todas aquellas que contienen C como elemento esencial en su composición.
Inmediatamente surge la siguiente pregunta:



¿Por qué precisamente Carbono?

Es lógico deducir que el hecho de que sea precisamente este elemento el que forma los esqueletos de las biomoléculas orgánicas no es algo al azar, sino que tiene fundamentos de peso para que así sea, como ocurre en todos los aspectos y niveles de la organización de la materia viva.
Entre las diversas razones que justifican esto, destacamos las siguientes:
  • El átomo de C es pequeño: su número atómico es 6 (sólo hay 5 más pequeños, H, He, Li, Be y B), lo que significa que tiene 6 protones en su núcleo y 6 electrones en la corteza. Además, en el núcleo tiene 6 neutrones, por lo que su masa atómica (suma de la masa de protones y neutrones, que es 1) es 12. Por tanto, es pequeño y poco pesado y eso es una gran ventaja a la hora de formar grandes moléculas sin que éstas sean excesivamente pesadas.
  • Tiene una especial facilidad para unirse a otros átomos: como se observa en la imagen, los electrones se distribuyen de forma que hay 2 en la primera capa de la corteza (como ocurre en todos los elementos) y 4 en la segunda. Como esta segunda capa, para estar "completa" (para que este nivel sea energéticamente estable) debería tener 8, quedarán 4 "huecos", que son los que le permiten enlazarse con hasta 4 átomos diferentes (o no; por ejemplo, el metano, un hidrocarburo gaseoso, está formado por un átomo de C al que se unen 4 de H, CH4), lo que abre mucho las posibilidades para formar estructuras con numerosos átomos. Por tanto, se dice que el C tiene una valencia de 4 y al ser justamente la mitad de los necesarios, puede ocurrir que necesite perder esos 4 o ganar la misma cantidad para ser estable, lo que abre una gran cantidad de posibilidades de unión con otros.
  • Los átomos de C pueden unirse entre ellos: esta facilidad para formar enlaces se extiende también a otros átomos de C, por lo que cada uno puede unirse a 1, 2, 3 o hasta otros 4 carbonos, a cada uno de los cuales les quedarían libres otros 3 huecos para unirse a otros átomos, incluyendo otros carbonos. De aquí la posibilidad de formar largas cadenas de C (como ocurre en los ácidos grasos, por ejemplo) o estructuras cíclicas (cerradas), como vemos en la molécula de la glucosa de la anterior imagen (esto es posible gracias, además de la capacidad de enlace, a su pequeño tamaño, que permite que estos enlaces sufran giros y se no se sitúen siempre linealmente).
  • Los enlaces que forma son fuertes: al ser átomos pequeños, cuando se unen, quedan muy cerca entre ellos, lo que permite la formación de grandes estructuras formadas por muchos átomos y que éstas permanezcan estables.
    De "socratic.org"
  • Puede formar enlaces dobles e incluso triples: con algunos elementos, como el O, el C es capaz de formar dobles enlaces, es decir, que se comparten dos electrones en lugar de uno para unirse. Así, un átomo de C puede unirse a dos de O mediante dos dobles enlaces, para formar una molécula estable, el CO2, que es un gas y se disuelve con facilidad en el agua, siendo así una fuente accesible de C para muchos organismos (como los fotosintéticos, que lo fijan del aire), que son los que lo incorporan a las cadenas tróficas y lo ponen a disposición del resto de seres vivos. También pueden formarse enlaces dobles entre carbonos, e incluso triples, es decir que dos C se unen compartiendo 2 ó incluso 3 de sus electrones, en lugar de uno solo, algo que otorga mayor versatilidad a las moléculas (por ejemplo, la diferencia entre grasas saturadas e insaturadas está esencialmente en que los ácidos grasos de las insaturadas contienen dobles o triples enlaces).


De todo esto deducimos que el C puede unirse a otros carbonos, formando cadenas o estructuras cerradas y también a O, H, N y casi cualquier otro elemento, de muy diferentes formas. Ello nos da una enorme capacidad para originar estructuras muy diversas, desde pequeñas a muy grandes, lo suficientemente estables y sin un peso excesivo.
No hay ningún otro elemento de la tabla periódica que reúna estas características, lo que hace del C el átomo perfecto para formar la base de las moléculas que constituyen todos los seres vivientes.



¿Podría ser Silicio?

En alguna ocasión se ha planteado la posibilidad de que la vida pudiera haberse organizado en base al Silicio, un elemento muy similar en algunos aspectos al Carbono. Incluso se ha teorizado que podría ser posible otro tipo de vida, en algún planeta lejano, con el Si como elemento esencial de la estructura de las moléculas que compusieran la materia viviente.

Además, el Si es el elemento más abundante en la corteza terrestre, después del O, por lo que los seres vivos basados en éste tendrían, en principio, grandes cantidades a su disposición.
Sin embargo, no aparece en los sistemas vivientes. Veamos por qué.
Moléculas de SiO2 unidas formando estructuras
regulares no flexibles
(De "wikipedia.org")



El número atómico del Si es 14. Esto significa que en la última capa de electrones, la 3ª, cuenta con 4 (2 en la primera, 8 en la segunda y 4 en la tercera), igual que el C, así que tiene la misma valencia y, por tanto, iguales posibilidades de unirse entre sí y con otros elementos. De hecho así ocurre en la naturaleza y existen numerosos compuestos minerales formados Si, en concreto en su forma oxigenada, SiO2 (sílice o cuarzo), moléculas que pueden unirse entre sí formando grandes masas.
Pero este número atómico, más del doble que el del C, indica que es un átomo más grande, por lo que al enlazarse entre ellos quedan a mayor distancia y estos enlaces serán más débiles, por lo que no es posible formar largas cadenas estables ni formas cerradas flexibles, sino solamente grandes masas muy pesadas y nada flexibles.

Además, también es mucho más pesado, 28 de masa atómica (pues tiene 14 protones y 14 neutrones en el núcleo), por lo que no puede formar moléculas gaseosas como el CO2. El SiO2 pesa demasiado como para ser un gas (recordemos que su nombre vulgar es cuarzo).
Por otra parte, en el SiO2 el Si no se une al O mediante dos enlaces dobles, sino que estos son simples, de modo que al Si aún le quedan dos electrones libres y a los oxígenos, de valencia 2, también le queda uno a cada uno de ellos.
Cuarzo cristalizado, formado por la unión de moléculas de SiO2
(Tomado de "geoetc.com"
Con todos estos electrones libres, la molécula de SiO2 se combina con otras muchas, formando estructuras como, por ejemplo, los granos de arena, y también con otros elementos químicos, dando lugar a las rocas más abundantes de la corteza terrestre, los Silicatos.

Por tanto, la vida basada en el Si, además de formar organismos terriblemente pesados, no podría tomar este elemento del aire, sino que tendría que hacerlo a partir de las rocas de la corteza (tendrían que "comer piedras")), algo muy complicado por la gran resistencia de estas.
Solamente participan ciertos silicatos en algunos organismos, formando estructuras esqueléticas en algunos microorganismos, como las algas "Diatomeas", pero no en organismos mayores, ya que estos han encontrado soluciones más ligeras en los carbonatos, minerales de función esquelética que forman parte de conchas o huesos.


Sin embargo, el Si ha resultado muy útil para la fabricación de los microchips que hoy día se encuentran en todos los aparatos electrónicos, gracias a sus propiedades como semiconductor (pero esto ya no es Biología...).



¿Por qué son dulces los azúcares?



Los azúcares se caracterizan por su sabor dulce, que resulta atractivo para los seres vivos


Sin embargo, el dulzor no es una propiedad objetiva de las sustancias








¿Qué es el sabor dulce?

Las sustancias químicas (entre ellas los glúcidos y, dentro de ellos, los azúcares) poseen una serie de propiedades objetivas, es decir, que se pueden definir y medir objetivamente, como la masa molecular, la densidad o punto de congelación, por ejemplo.

Sin embargo, el sabor no entra dentro de esta categoría, sino que se trata de una "sensación química", ya que realmente está en función de los sistemas de detección que los seres vivos han desarrollado para percibirlos, por lo que es algo relativo.

Tomado de "smihsonianmag.com"
Hay 5 sabores básicos: dulce, salado, ácido, amargo y umami ("sabroso"). De la combinación de estos surge toda la gama posible de sabores.

Entre ellos, el sabor dulce es el que resulta más atractivo para los humanos y otros muchos animales, ya que provoca una sensación muy placentera.

Al ser una sensación o percepción química, pueden producirla diversas sustancias, aunque son los azúcares (es decir, los monosacáridos y disacáridos) los que estimulan en mayor grado los receptores sensoriales del gusto. Y dentro de ellos, es la sacarosa (la sustancia que vulgarmente llamamos azúcar) el mejor exponente de ello, seguido de la fructosa (el azúcar presente en la fruta).

Sin embargo, existen otros glúcidos que tienen un sabor dulce aún más potente que el de estos azúcares, como son varios tipos de "Glucósidos", que son glúcidos compuestos, es decir, formados por una molécula de glúcido a la que se une otra no glucídica, que puede ser de cualquier otro tipo.
Entre ellos son muy conocidos los que se encuentran en la planta "Stevia rebaudiana", que tienen en común que su parte no glucídica es un diterpeno llamado "Steviol" y que producen una sensación de dulzor hasta 300 veces superior a la que induce la sacarosa.



¿Por qué el sabor dulce es atractivo?

La detección de los diferentes sabores provoca reacciones fisiológicas en los organismos, que son muy variadas según el tipo de sabor y las distintas combinaciones entre ellos.

Como ya se ha dicho, el sabor dulce es el más atractivo en humanos y otros muchos animales. ¿Por qué?.

La capacidad para detectar sustancias dulces, concretamente azúcares, surgió en varios grupos animales, principalmente diversos tipos de insectos, como un mecanismo para estimular la ingestión de estas sustancias, que son altamente energéticas. Un alimento rico en energía es una garantía de supervivencia, por lo que unos buenos sistemas de detección son fundamentales.
Así, las moscas, los colibríes o los insectos polinizadores cuentas con detectores de azúcares, en patas, antenas, etc., muy desarrollados, lo que es un rasgo evolutivo que facilita la supervivencia.
Foto de Cándido Vicente

De esto han sacado provecho multitud de plantas, que atraen a los insectos y otros animales produciendo néctar muy dulce en sus flores, de manera que para extraerlos estos siempre tienen que rozar sus estambres y embadurnarse de polen, que será trasladado a otra flor cuando el animal la visite. Un excelente método para realizar una polinización exitosa.

Los seres humanos también contamos con detectores de azúcares, que están situados en la lengua, concretamente en las papilas gustativas. Esta localización va acorde con los hábitos alimentarios, de forma que si bien una mosca posee esos receptores en las patas y al posarse sobre algo dulce inmediatamente extiende su probóscide para absorberlo, nosotros tenemos tendencia a llevarnos a la boca todo lo que podría ser un alimento y si tiene sabor dulce, lo comeremos con deleite y toda la cantidad posible.
Así ocurre en nuestros antepasados primates y en los seres humanos más antiguos, donde una fruta dulce era un bien muy preciado, pues podía proporcionar energía para todo el día, de ahí la necesidad de ingerir todo lo posible e incluso almacenar para más tarde.

Ese instinto sigue presente en los humanos actuales, a pesar de que ya no es necesario para asegurar la supervivencia, ya que evolutivamente no se ha anulado (ni lo hará en muchas generaciones).
Y esto, hoy en día, causa más problemas que beneficios, ya que ese gusto casi irreprimible por los alimentos con sabor dulce y el fácil acceso a ellos hace que engordemos, padezcamos diabetes y se estropeen con facilidad nuestros dientes.



Los edulcorantes en la alimentación humana

Este atractivo tan fuerte ha hecho que la industria alimentaria saque provecho de ello, elaborando apetitosos postres y añadiendo azúcares, glucósidos u otras sustancias artificiales con sabor dulce que hacen más atractivos sus productos.
Tomado de "supermarketnews.co.nz"
Este tipo de aditivos, naturales o artificiales, se denominan edulcorantes y se encuentran en todo tipo de alimentos, desde aquellos en los que parece lógico encontrarlos, como todo tipo de bollería (que además de sus azúcares naturales contienen otros añadidos para potenciar el sabor dulce aún más) o refrescos, hasta otros en los que no parece lógico pensar que los contengan, como algunos tipos de pan, muchos tipos de conservas (desde tomates a carnes), pizzas, etc.

Con los edulcorantes se pretende contrarrestar otros sabores naturales, menos atractivos, o potenciar el sabor dulce propio del producto. Todo ello, encaminado a hacer el producto más deseable, especialmente por los jóvenes, que parece tienen una mayor sensibilidad a este estímulo.

De este modo, una señal química natural que nos ha permitido localizar y consumir alimentos que asegurasen nuestra supervivencia se ha convertido en lo que el premio Nobel de Medicina o Fisiología Niko Tinbergen denominó "Estímulos supranormales".
Este tipo de estímulos son exageraciones de los naturales, de manera que provocan una respuesta más fuerte que la que sucede en condiciones normales, de manera que resultan más atractivos que ellos.
Este investigador comprobó en ciertos peces, en los que los machos tienden a aparearse con las hembras con un vientre más hinchado (señal de que contienen gran número de óvulos por fecundar), que si se les coloca un pez de madera con el vientre exageradamente hinchado, llegan a ignoran a las hembras reales e intentan aparearse con las de madera.

Muchos otros negocios utilizan este tipo de estímulos para aumentar las ventas de sus productos, como los cuerpos esculturales de los modelos utilizados en los anuncios de todo tipo, por poner un ejemplo muy evidente.



¿Cuántas neuronas tiene un ser humano?

Tomado de "wikipedia.org"




Los seres humanos tenemos un encéfalo desproporcionadamente grande




¿Cuántas células lo componen?


Encéfalo y cerebro

En primer lugar, aclaremos que el término "Cerebro" no es correcto cuando nos referimos a la parte del sistema nervioso central que se encuentra en el interior del cráneo.

Lo correcto es llamarlo "Encéfalo", que es toda la masa nerviosa que se encuentra en la cavidad craneal y que está formado por tres partes principales (Cerebro, Cerebelo y Bulbo Raquídeo) y otras varias menores (protuberancia, cuerpo calloso, tálamo, etc.).
Esta palabra deriva de los términos griegos "en" + "cefalé", que significa literalmente "dentro de la cabeza.
Conviene recordar esto, pues aunque el cerebro constituye la mayor parte del encéfalo, cuando usamos este término no estamos incluyendo a toda la masa nerviosa protegida por el cráneo.
Además, cuando se dan datos sobre el cerebro, habrá que tener en cuenta que generalmente se refieren a todo el encéfalo.

Del encéfalo sale la Médula Espinal, que se encuentra en el interior de la columna vertebral.


El cerebro humano ocupa un volumen medio de entre 1100 y 1300 cm3, con un peso medio que va desde 1250 en mujeres a 1500 g en hombres (ya se explicará con detalle en un posterior artículo que esta diferencia no significa nada en cuanto a capacidades, como está suficientemente demostrado).

Es el órgano más activo del organismo, ya que si bien representa sólo el 2% del peso corporal, consume del orden del 20% de toda la energía.
Esto es debido a la enorme actividad eléctrica que mantiene constantemente, algo que consume mucha energía.


Neuronas y otras células

A pesar de la creencia general de que el encéfalo está formado únicamente por células nerviosas (neuronas), en realidad, éstas se encuentran acompañadas de otros tipos de células.
Dibujo de Ramón y Cajal de una neurona típica
(Centro Virtual Cervantes)

Una neurona típica es una célula de aspecto muy especial, con una parte más o menos globosa, similar al resto de células, el cuerpo celular, del que salen una multitud de ramificaciones.
Estas ramificaciones son de dos tipos: axones, gruesos y muy largos, generalmente uno por célula, y dendritas, que suelen ser numerosas, finas y muy ramificadas.
Es a través de estas prolongaciones como la neurona establece conexiones con una gran cantidad de otras neuronas, transmitiendo impulsos eléctricos que viajan por todo el tejido nervioso.
Las dendritas reciben impulsos y a través del axón salen los estímulos hacia otras células.

Las neuronas son células tan altamente especializadas en su función de transmisión de impulsos nerviosos que apenas son capaces de realizar ninguna otra función vital, incluso su propia nutrición.
Es por esto que son necesarias una serie de células "subalternas" que se encarguen de transmitirle los nutrientes desde los vasos sanguíneos, además de otras que se dediquen a la defensa del tejido nervioso, tan esencial para el organismo, otras que faciliten y aceleren la transmisión de los impulsos eléctricos y también aquellas que deben dar soporte y protección física.

Células de la Neuroglía
("differencebetween.com")

Todo este conjunto de células no nerviosas recibe el nombre de "Neuroglía" y son mucho más abundantes que las neuronas.
Se hablará de ellas con detalle en otro artículo.



Número de neuronas

Se estima que sólo en la corteza cerebral, que es la zona de mayor concentración de neuronas, se acumulan un total de entre 80 y 100000 millones de ellas.
En comparación a este número, en el resto del encéfalo sólo hay ciertas pequeñas zonas en las que abundan, pero en cifras muy inferiores y poco significativas en comparación.

La corteza cerebral es la denominada "sustancia gris", que toma esta tonalidad a causa de la enorme acumulación de cuerpos neuronales, con sus núcleos, muy densos y de color muy oscuro, de manera que acaban haciendo que todo el conjunto tenga ese color grisáceo.
Conexiones neuronales ("Tresonline")
Hay que tener en cuenta que la corteza cerebral es una capa muy fina (entre 2 y 5 cm de grosor), situada en la parte más superficial del cerebro y con una extensión de 0,25 m2.

Pero lo realmente importante y que hace que el cerebro humano sea un órgano único en el planeta, con una capacidades extraordinarias, son los más de 100 billones de conexiones que establecen estas células entre sí.
Es el número de estas conexiones, que se desarrollan con el aprendizaje, el que determina la capacidad intelectual de cada individuo.

En cuanto a las células de la neuroglía, se ha calculado que su número es diez veces superior al de neuronas, por lo que se puede decir que en total existen alrededor de 1 billón de ellas.




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