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Un pez cortado por la mitad



Recuerdo cuando de pequeño conseguí para mi álbum de naturaleza maravillosa el cromo correspondiente al pez luna: el dibujo que representaba al animal me pareció que estaba incompleto, hasta el punto de preguntar a mi madre por qué ese pez estaba cortado a la mitad.
Y es que realmente parece un pez incompleto, al que le falta la mitad, pues da la impresión de que solo cuenta con la cabeza y una porción del cuerpo, faltando el resto, incluyendo la aleta caudal, un elemento que se supone imprescindible para la natación.
No es extraño que en varios idiomas el nombre vulgar de este pez haga referencia a este aspecto de su anatomía tan sorprendente. Así, en alemán se llama “schwimmender kopf” (cabeza flotante o nadadora) y el polaco “samogłów” (cabeza solitaria), por poner dos ejemplos europeos. Sin embargo, en inglés es “sunfish” (pez sol), por una característica que veremos enseguida.
Pues bien, hasta la fecha la anatomía del pez luna sigue siendo un misterio y resulta difícil entender por qué esta especie ha adoptado una forma tan extraña y, al menos en apariencia, tan poco ventajosa para un animal marino (si hasta los mamíferos acuáticos han desarrollado una aleta caudal).



El extraño cuerpo del pez luna
Se conocen varias especies de peces luna, siendo Mola mola la más representativa. Los “mola” son los peces óseos (es decir, exceptuando tiburones, mantas y rayas) más grandes del mundo, ya que pueden medir más de 3 m y alcanzar un peso cercano a las 3 toneladas. En la imagen observamos un individuo capturado en 1910 que se calcula pesaría alrededor de 1700 kg, pero el récord lo tiene un ejemplar hallado muerto en aguas de las islas Azores en 2022, que pesaba más de 2700 kg. Un verdadero gigante de los mares.
La anatomía de un pez luna es muy extraña no solo por su aspecto de “cabeza nadadora”, sino que presenta varias características muy peculiares. Su cuerpo, además de muy grande y corto, es bastante aplanado lateralmente y termina en una zona ancha, que tiene una especie de pliegues en forma de abanico que hacen de sustitutivo de la ausente aleta caudal. Esta estructura se llama “clavus”. La piel carece de escamas y es una especie de manto rígido y muy grueso (hasta 7 cm), recubierto externamente por una capa de moco gelatinoso muy resbaladiza. Buena parte de su esqueleto está formado por cartílago, a pesar de ser peces óseos, algo que aligera su enorme peso.
Su boca es pequeña en proporción a su tamaño y en ella los dientes están fusionados, formando una especie de pico. Este pico le sirve para atrapar a sus presas, que engulle directamente, para triturarlas en la garganta, donde cuenta con pequeños dientes.
Al no contar con vejiga natatoria, mantienen su flotabilidad gracias a que los cartílagos reducen mucho su densidad corporal y esto, unido a la capa mucosa externa, es suficiente para compensar esa carencia.


A pesar de todo, nadan se sumergen y cazan
Cuando eres una cabeza flotante debe resultar muy difícil nadar, porque ¿cómo puede uno empujar su cuerpo en el agua si le falta el elemento impulsor más importante? Por este motivo se pensaba que se dejaban llevar por las corrientes, sin apenas realizar movimientos activos, Pero los molas han encontrado una solución para esto.
A falta de aleta caudal, han desarrollado aletas dorsal y anal muy grandes y, moviéndolas de forma sincronizada a un lado y otro del cuerpo, se desplazan de forma similar a las aves en vuelo, aunque lateralmente y mucho más lentamente. Esta forma de navegación es muy particular y diferente a la del resto de peces, pero gracias a ella pueden mantener una natación activa, aunque lenta, usando el clavus como timón.
Es habitual encontrarlos nadando o reposando de costado en la superficie, tomando el sol (de ahí su nombre en inglés, “sunfish”). Este comportamiento tiene como objeto realizar lo que se conoce como “recarga térmica”, que consiste en absorber los rayos solares para calentar su cuerpo después de haberse sumergido en aguas profundas y frías (hasta 500 m de profundidad) en busca de alimento. Es capaz de sumergirse a tal profundidad sin sufrir los efectos de la presión gracias a la carencia de vejiga natatoria.
Como todo es raro en estos peces, no lo iba a ser menos su alimentación. Pues bien, estos gigantes comen principalmente medusas, un alimento especialmente pobre en nutrientes, pues una medusa es agua (más de un 90%) y poco más. Por tanto, deben ingerir muchas de ellas al cabo del día, hasta más de 100 kg en un ejemplar adulto. Aún así, completan esta dieta tan pobre capturando todo tipo de animales que se encuentren a su alcance, como calamares y varias especies de peces, además de crustáceos, moluscos, etc., que son mucho más nutritivos que las medusas.
Así que nada de peces torpes y perezosos, son muy activos y realizan inmersiones una y otra vez para conseguir la enorme cantidad de alimento que necesitan.


Crecimiento vertiginoso
Un aspecto de la biología de estos peces que ha llamado poderosamente la atención de los científicos es su elevada tasa de crecimiento, pues pasan de ser minúsculas larvas a gigantes de varias toneladas en un tiempo récord.
La hembra libera más de 300 millones de minúsculos huevos, más que ningún otro vertebrado. Cuando emergen las larvas tienen un tamaño de 2 mm, pronto parecerán minúsculos peces globo y en cuanto alcanzan los 3 cm ya tienen el aspecto de los adultos.
A partir de ahí, las crías que han conseguido llegar hasta este estado (la gran mayoría han sido devoradas en sus estado de huevo o larva por multitud de pequeños depredadores) inician una lucha por la supervivencia, huyendo de los peces carnívoros y alimentándose de forma frenética para adquirir un tamaño que les permita tener más opciones de seguir con vida. Así, estos pequeños llegarán a pesar unos 200 kg en su primer año de vida (dependiendo de la disponibilidad de alimento, lógicamente, ya que estas cifras se conocen a partir de ejemplares criados en cautividad). Y en pocos años pueden alcanzar las dimensiones y peso que hemos visto antes.



Una hipótesis sobre su evolución
Estos singulares peces no son supervivientes prehistóricos que se han mantenido a duras penas a pesar de sus extrañas características, sino especies que se han originado de forma bastante reciente (50 millones de años, ya tras la desaparición de los dinosaurios), por lo que es evidente que son formas de vida evolucionadas, aunque eso si, con unos resultados muy extraños.
Parece bastante aceptado que derivan de los peces globo (Fam. Tetraodontidae), ya que presentan algunas cualidades similares con ellos y destaca el hecho de que en las primeras fases de su desarrollo los molas parecen realmente peces globo.
Los genes responsables del crecimiento corporal potenciaron su actividad, de modo que estos animales comenzaron a hacerse más grandes y de forma muy rápida de un modo poco menos que incontrolado.
El gran tamaño que llegaron a alcanzarlos peces luna implicaba un peso corporal difícil de soportar. La solución que encontró para esto la selección natural fue, como en otras muchas ocasiones, bastante chapucera (recordemos lo comentado en la introducción), aunque ingeniosa: sufrieron una degeneración adaptativa de su columna vertebral, que perdió vértebras y fue acortando el cuerpo, al tiempo que buena parte de su esqueleto pasó a ser cartilaginoso. Así se consiguió reducir el peso hasta unos límites aceptables, a base de tener menos huesos y muchos de ellos formados por cartílago.
Ya que estos peces abandonaron la protección de los arrecifes de coral para adentrarse en mar abierto, se supone que su rápido crecimiento y gran tamaño acabó siendo una solución, también poco ortodoxa, para dos problemas que se presentaron en mar abierto: la defensa ante muchos depredadores y la necesidad de regular de forma más eficiente su temperatura corporal, ya que debieron buscar su alimento a gran profundidad, donde el agua es muy fría. Para esto, también adoptaron el comportamiento tan singular comentado antes, de “tumbarse al sol”, de manera que un cuerpo grande, una vez calentado, tardará mucho más en enfriarse que otro más pequeño.
En consecuencia, este pez encontró un diseño corporal poco elegante y diría que incluso poco lógico, pero que seguramente fue el único posible en esas circunstancias y que garantizó su supervivencia, que a fin de cuentas es lo único importante.

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