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¿Tienen sangre los insectos?

Álvaro R. decía que pisó un saltamontes y salió un líquido anaranjado... ¿es su sangre?.

En realidad, los insectos (y otros grupos de artrópodos, moluscos, etc.) no tienen exactamente sangre, sino un líquido parecido que se denomina "Hemolinfa" ("Hemo" significa sangre).

Este líquido tiene colores muy variables, desde anaranjado a verdoso, habiendo casos en que es incoloro. Su color es debido a diferentes pigmentos, la mayoría de los cuales dependen de la alimentación del insecto.
Muchos insectos tienen una hemolinfa de color azul verdoso y esto es debido a que en ella abunda un pigmento llamado "Hemocianina".

Además, este líquido no está permanentemente en el interior de vasos, como ocurre con nuestra sangre, sino que se vierte en cavidades corporales y baña los tejidos.

¡Ojo!, cuando aplastamos un mosquito y deja una mancha roja... es sangre de la persona o animal a quien acaba de picar, no "sangre" del mosquito.

La hemolinfa es un líquido acuoso que contiene unas células llamadas "Hemocitos", que son de varios tipos y tienen funciones parecidas a las de nuestros glóbulos blancos y rojos.
Igual que la sangre de los vertebrados, la hemolinfa desempeña funciones esenciales para el organismo, fundamentalmente el transporte de sustancias, la coagulación y la defensa ante infecciones.


El principal detalle que hace diferente a la hemolinfa de la sangre es su capacidad para transportar oxígeno: mientras en los vertebrados, lo glóbulos rojos tienen como función esencial el transporte de oxígenos desde los órganos respiratorios hasta todas las células del cuerpo, gracias a una proteína denominada Hemoglobina, en la hemolinfa esta función apenas es importante en la mayoría de las especies.

Entonces, ¿cómo transportan los insectos el oxígeno hasta sus células?

Pues mediante un tipo de aparato respiratorio diferente, que se llama "sistema traqueal" y que está constituido por una extensa red de tubos microscópicos (tráqueas) que recorren todos los tejidos. Esta red tiene comunicación con el exterior mediante unos orificios llamados "espiráculos u ostiolos", a través de los cuales el aire entra y recorre los tejidos del organismo, permitiendo que éstos incorporen el oxígeno y expulsen el dióxido de carbono. Estos orificios suelen situarse a ambos lados del cuerpo, por lo que los insectos no respiran como nosotros, por la boca o nariz, sino a través de su tórax y abdomen.

Más detalles sobre este mecanismo respiratorio en el artículo "¿Cómo respiran los insectos?".

Por tanto, estos seres no necesitan del aparato circulatorio para el transporte de gases.


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